
Tradicionalmente se considera que el Villarreal Club de Fútbol fue fundado el 10 de marzo de 1923 con la denominación CD Villarreal, pero la presente entidad se remonta a 1940 con el Club Atlético Foghetecaz, una peña de amigos con mucha afición a la práctica del fútbol, que es el auténtico origen del actual, ya que jurídicamente es el mismo y sus posteriores cambios de nombre fueron aprobados por los socios en diversas asambleas, hasta dejarlo en la actual denominación de Villarreal CF. El nombre de Foghetecaz fue sacado de las iniciales del primer apellido de los socios fundadores, constituyéndose al foro y apropiado amparo de una barbería. Al federarse, en mayo de 1946, la sede social está en una habitación dentro de la "Granja Bar”. Con el paso del tiempo la camiseta ha ido del blanco al amarillo y los pantalones lo han hecho del negro al azul y de éste también al amarillo, buscando una identificación que reafirme la pretendida personalidad.
Este origen popular y de amplia implantación social en la ciudad y comarca viene conviviendo con gran éxito y repercusión, desde hace más de trece años, con la organización de una entidad deportiva profesional. A todo ello contribuyen, de manera determinante, las personas que a diario trabajan en la Ciudad Deportiva, en el Madrigal, en Ponferrada, en Calasparra o en cualquier otro sitio dónde un chico lance bien los penaltis.
Para que el primer filial llegue a Segunda División A en la temporada 2008/09 y el segundo ascienda a Tercera División en la 2006/07, hace falta algo más que suerte y dinero. Para que el Juvenil haya sido campeón del Grupo 7 de la División de Honor Juvenil y que todos los sábados se llenen los campos de madres y padres y se vendan cocacolas o bocadillos por cientos, hace falta algo más que césped y buena temperatura. Para que se pueda presumir de integración y convivencia entre jugadores procedentes de otros países y culturas, hace falta algo más que habitaciones, balones y petos.

Se necesita de la inteligencia social y emocional de los profesionales que sienten como suyo lo que también es de toda Vila-real. Aun desconociendo cuáles son los vínculos y relaciones entre el club y el Ayuntamiento, que pueden presumirse correctas y razonables, por encima del obligado entendimiento, la destreza y habilidad del club para proyectarse en un entorno económico y deportivo de máxima exigencia y para abrirse a todo el mundo futbolístico, suponen una parte importante de su merecido protagonismo.
Haber tenido la habilidad para rodearse de primeros espadas y el acierto en la toma de decisiones de trascendencia intemporal, son garantías y avales más que suficientes para una sociedad anónima deportiva rodeada de solo 50.000 vecinos, pero alimentada por un alma amarilla que crece a diario, se esté convirtiendo en un muy peligroso perseguidor de triunfos y en asentado teleprotagonista que provoca envidia sana y estimable admiración.
Hoy, una parte de esas que los corazones reservan para el cariño y la amistad está dispuesta a sumergirse en el Submarino Amarillo y cantar con la versión interpretada por “Los Mustangs”.
En agradecimiento a José Luís, Edgar y Jordi.