
Muchas veces un jugador ha cometido el error de dejar la cantera de su club de toda la vida al ver que la llegada al primer equipo es complicada. Muchas veces este jugador ha acabado por arrepentirse de esto, al ver cómo sus compañeros conseguían hueco en el primer equipo y él caía en el olvido.
Un ejemplo sería el de Meca, delantero del Castilla en el año 2000 que junto con su compañero de delantera, Zárate, fue utilizado con asiduidad en el primer equipo por Del Bosque ante la plaga de lesiones en la delantera. A diferencia de Zárate, que estaba cedido en el filial, Meca era propiedad del equipo madrileño, y el entrenador salamantino le intentó convencer de que se mantuviese un par de años en el filial antes de dar el salto al primer equipo.

Sin embargo Meca no tuvo paciencia y quiso triunfar en primera, por lo que tras aguantar una última temporada en el filial, se marchó al Elche, no volviendo a pisar Primera División, y acabando su carrera entre Segunda y Segunda B. Mientras tanto, tan sólo una temporada después, los canteranos Portillo y Tote subieron al primer equipo de la mano de Del Bosque, contribuyendo entre los dos con 20 tantos entre todas las competiciones.
Quizás de haberse quedado hubiera sido él quien hubiese compartido vestuario con los galácticos, pero su impaciencia se lo impidió. No obstante la historia no siempre es así, ya que varios años después, dos canteranos del Madrid, Alberto Bueno y Juan Mata, formaban una pareja letal que llegó a ser la arma más temible de la selección sub 19 que conquistó la Eurocopa del 2006.

Ese mismo año, con Capello en el banquillo, fueron promocionados al Castilla, y al termino de la temporada, Mata decidió no renovar y marcharse gratuitamente al Valencia, mientras que Bueno se mantuvo en el Castilla, esperando una oportunidad que nunca llegó, especialmente tras la destitución de Schuster, el único técnico que confió algo en él.
Seis temporadas después, Juan Mata es titular en el Chelsea, habiendo levantado en los últimos años una Copa del Rey, una FA Cup, una Europa League y una Champions League, además de una Eurocopa sub 21, una Eurocopa y un Mundial con la selección. Por su parte, Alberto Bueno juega intermitentemente en un Valladolid que pelea por no descender, tan sólo teniendo en su palmarés una Supercopa de España.

¿Cuál es entonces la opción correcta para un canterano prometedor? ¿Quedarse y arriesgarse a esperar una oportunidad que nunca llegue? ¿Marcharse y correr el riesgo de nunca llegar a lo más alto?