
Cuando prestó atención al televisor con cierta ingenuidad y simplicidad dijo: “Un chico de la base juega su primer partido”. A lo mejor no es la misma sensación que debió tener el entrenador del “Covirán” de Granada al ver que un chaval de 17 años anotaba diez puntos en diez minutos de juego, en su encuentro de la Liga ACB contra el FC Barcelona.
Juan Carlos Navarro Feijoo se acaba de inscribir en el libro de oro del baloncesto español, como si tratara de cumplir con los preceptos y obligaciones de la Carta a los Filipenses. San Feliu de Llobregat no le vio nacer un 23 de noviembre de 1997, pero desde que debutó en el primer equipo del Barça, parece que los astros se han alineado para que el baloncesto español disfrute de un jugador de ensueño, de un escolta capaz de propulsar los 7' 1" de Pau Gasol y de anotar triples o tiros libres, con la misma velocidad y naturalidad con la que el Presidente de la Cámara de Diputados proclama los votos, las sanciones y las declaraciones, cualquier miércoles de control parlamentario.
Nuestra generación de oro ha hecho por el basket tanto como podrían haber llevado a cabo por la política nacional si les hubieran dejado. Evidentemente ese no es el caso de los actuales y también los anteriores dirigentes, que habrían sido incapaces de jugar dentro y fuera de las fronteras metiendo tal cantidad de canastas, acumulando los éxitos y brindando a los ciudadanos las satisfacciones que se echan en falta para lo político y de las que nos colman, una semana si y un mes también, personajes ejemplares como el señor Navarro Feijoo.
Y qué tranquilos podemos estar todos, incluidos entrenadores y seleccionadores, desde que una conocida marca de productos anticaspa decidió que “La Bomba” Navarro iba a ser la imagen publicitaria para que mejorase su confianza y también empezara a utilizar el tiro champú. Podían haberlo dicho antes, caramba. Aunque, bien pensado, las camisillas de los baloncestistas son de tirantes y resulta un poco difícil apreciar durante los partidos si tienen caspa.
Dos escudos y dos capitanías a las que prestar sus mejores servicios, la de su club y la de la selección nacional, han encumbrado a un jugador desafiante con los retos y capaz de tomar decisiones para revertir lo adverso y para convertir en favorables las experiencias quizá menos exitosas vividas en el imperio yankee.
- Se le dan a Navarro y bloquean a los defensores. Usted la enchufa y nos vamos con la victoria para casa, con la sonrisa en los labios y la sana alegría en el corazón. -
Igualito que algún que otro Jefe de Gobierno.