
Era un cálido día de verano en 1999 cuando se hizo oficial el traspaso de Elvir Baljic al Real Madrid por la extraordinaria cifra de 26 millones de euros. Hoy en día esta cifra no tiene nada de extraordinaria, pero no hay que olvidar los tiempos que eran: esos 26 millones de euros supusieron el traspaso más caro de la historia del Madrid hasta ese momento.
También supusieron un sonado fracaso, ya que el pequeño mediapunta apenas jugó 18 partidos y marcó 1 gol en un primer año marcado por sus continuas lesiones, y también, aunque de manera más positiva, por la conquista en París de la Champions League, la Octava del Real Madrid.
La llegada de Florentino pudo significar su fin, pero en un acto raro en él, cedió al yugoslavo de vuelta a Turquía para que se recuperase con expectativas de que volviera al equipo al año siguiente con opciones de competir por un puesto.

Pero ya fue tarde; pese a haber realizado una buena temporada, jugadores como Guti y el recién fichado Zidane ocupaban su lugar en el campo, y en enero, tras haber jugado un único partido con los merengues, fue cedido al Rayo Vallecano, para que supuestamente terminara de adaptarse a la Liga Española.
No fue así, durando muy poco con los rayistas, estando siempre rodeado de polémicas con su entrenador y siendo finalmente devuelto al Real Madrid antes del término de su cesión. La directiva ya tuvo suficiente, y se le dio la carta de libertad al término de la temporada, no sin antes ganar nada más y nada menos que la Champions League (siendo en esta competición su único partido con los blancos del año).
Tras eso volvió al fútbol turco, donde acabó sus días como jugador.
Y la verdad es que es difícil de encontrar un caso como él: el fichaje más caro de su momento, consumido entre lesiones y cesiones, sin apenas ningún peso real en el equipo… y sin embargo consiguió lo que por muchos es tan solo un sueño: ganar la Copa de Europa no una, sino dos veces. Y esto es lo que tiene el fútbol, bendita locura.